viernes, 18 de mayo de 2012

La compra de mi nueva moto todo una aventura



Por ahí, cuando uno se desprende de algo material pasa ser un acto intranscendental, pero si es una moto ya la cosa es distinta y si realizaste una aventura como la mía, recorriendo todo la ruta 40, esos treinta días, fue mi compañera, mi amiga, pasando miles de cosas contadas en mi diario. La África Twin el viernes pasado se fue a otras manos y volverá con su nuevo dueño nuevas aventuras vivir. Dobló en la esquina y no la vi más, un gran dolor y tristeza sentí, habíamos pasado muchas cosas juntas inolvidables. Una etapa con mi África había muerto el tiempo dirá.
La nueva moto Yamaha TDM 850 CC 1998 estaba en Tornquist, Un amigo y motero Pablito Milía se ofreció llevarme, el jueves estaba todo coordinado con el vendedor, dos días antes consultando el tiempo por Internet el tiempo nos decía lluvia, pero ustedes saben que estos pronósticos de cada diez nueve aciertan y me quedé con el uno que no aciertan, con la esperanza de que se equivocara.
Alrededor del mediodía salimos con el auto de Pablito para Tornquist, llovía bastante todo indicaba que no era la mejor idea para ir, por momento impresionante, después de la rotonda para Coronel Suárez paró y la esperanza del cambio del tiempo volvió a nacer.
Probamos la moto, hicimos negocio, todavía andaba con la ropa del trabajo, me coloqué dos pares de medias, el calzoncillo largo, dos remeras mangas largas, el polar, el cuello, el equipo de moto, las galochas y el traje de agua, Pablito me mira y me dice que parezco robocot. Emprendimos el regreso, cero de agua y un paisaje espectacular recorriendo la ruta por Sierra de la Ventana, legué a la rotonda de Coronel Suárez, ruta 76 y 85, paraje San Eloy, cargué nafta, llegó Pablito, teníamos un hambre barvaro, eran como la cinco de la tarde y estábamos levantados de las cuatro y media de la mañana para ir a trabajar. Dos sándwiches de milanesa pasaron como si nada, no llovía y nos animó a seguir  de viaje, yo iría adelante con la moto. A los quince minutos se largó a llover, una lluvia tolerable, hacia lado Olavarria se observaba todo negro y bastantes refucilos. A unos dos km de la rotonda 76 y 51 se largó toda el agua del mundo, crucé la rotonda totalmente inundada, estacioné la moto en el refugio baño y Pablito con su auto, balizas encendidas estábamos en el ojo de la tormenta. En el refugio baño estaba oscuro así que no sabíamos que pisábamos, al fin llegamos la conclusión que era imposible viajar así, tremenda lluvia y ya estaba de noche y una oscuridad aterradora a pesar de la que eran la siete de la tarde. La idea final fue llegar hasta el boliche la ilusión, dejar la moto ahí y mañana buscarla. Emprendimos viaje nuevamente esta vez sin los lentes y el visor del casco elevado para ver mejor, impresionante como llovía, los Buendía en Macondo decían que llovía tanto que hasta sapos o ranas caían del cielo, acá llovía de frente, del costado cuando te cruzaban los camiones, de abajo porque en parte la ruta estaba de bote a bote y el agua que salpicaba la moto hacia que el agua viniera de abajo, el agua me daba en la cara estaba muy fría sumándole el viento parecías alfileres que se te calvaran. Llegamos a la rotonda De la Madrid y Laprida, las luces eran un faro y un lugar para detenerse, muchos camiones estaban estacionados también.
Paramos al lado del refugio y dos cosas sabia, una que fue una locura este viaje y segundo faltaba ochenta y seis kilómetros a Loma Negra. La meta era llegar al boliche la Ilusión nuevamente en viaje, Pablito iba atrás mío con el auto con las balizas encendidas, cada tanto la noche se hacia de día, los refusilos no cesaban, daban miedo, yo no más de 30 o 40 km/hs. No solo llovía si no que no se observa mas de cinco metros las dificultades se iban sumado, comenzó haber viento donde la moto se movía, circulaba por el carril del medio de mi mano porque las huellas estaban inundadas,  los camiones del frente cuando me cruzaban por esos momento no sabia por donde iba, tremendo la cantidad de agua que recibía mas lo que me pasaban estaba mas cerca de una locura viajar así.  Después de un rato de viaje vi luz a mi derecha, frené y encaré la bajada a 90 grado de la ruta por que lo único que se veía en el suelo era el brillo de agua por la luz de la moto llegue hasta la puerta del boliche, se abrió esta donde salio una persona poco amigo, de entender, en medio de la noche oscura lloviendo un loco viajando en moto con una amigo en auto, me dejo estacionar la moto debajo del semi cubierto del frente del boliche me bajé de la moto ya con la decisión de que de acá hasta que no paraba no me movía.
El boliche no era La Ilusión, entramos un hogar estaba encendido, un televisor pasando el partido de Boca con mas arroz que jugadores se veía, lo único de todo esto lo positivo fue que me comencé a sacarme la ropa y estaba todo sequito, impresionante, me saque las galochas de las bota y increíbles las putas botas estaban secas.
Pablito se pidió una cerveza, unos palitos y maníes, por la ventana por momento se encendían y se hacia de día tremendo refusilos, llovía a no mas poder se escuchaba en el techo de chapa, el hogar encendido estábamos en el paraíso.
Una camioneta estacionó el dueño del boliche comentó que era de la cosechadora que estaba estacionada al lado, al rato se puso a charlar con nosotros, es de Arequito, los pagos de la Sole, nos comentó que tenia una moto modelo 81 Kawasaki de 1300 CC con 6 cilindros, todo una reliquia.
No había señal de celular, le comenté a Pablito que lo mejor era que el se fuera y avisara a nuestras familias que todo estaba bien y que yo me quedaba acá al lado del hogar y si mañana esta lindo partía nuevamente. El cosechador escuchó y nos ofreció que el en la casilla tenia lugar para uno para dormir, fuimos hasta la casilla con Pablito y seguía lloviendo , Arequito nos presentó a su ayudante, estaban con una cosechadora, casilla, carros y no se cuantas cosas mas tenia otro equipo trabajando por Azul, me despedí de Pablito lleve todo los vagallos  a la casilla, seguia lloviendo.
Entre que les explique como se hacia cemento y ellos como cosechaban, entre calizas y sojas en la mesa apareció una hoya de aluminio llena hasta arriba un estofado con tallarines y carne, un manjar, dos platos bien cargados, dos vasos de vino tinto y para esto ya habíamos recorrido medio país hasta decidimos ir a dormir, me saque la ropa de motero, me toco la cucheta de arriba, me deje los dos pares de medias, el calzoncillo largo, las dos remeras y me tape con una manta, a 40 centímetros estaba el techo de la casilla, el ruido de la lluvia sobre la chapa era un sueño, es decir estaba en el Sheraton, me dormir estaba cansado.
Amaneció sin lluvia Adrián y José los cosechadores prepararon un exquisito café, me viste como robocot despidiéndome de los cosechadores partí hacia Loma Negra, que gente buena y solidaria la verdad que lo pase increíblemente muy bien.
Llegue a Loma Negra sin lluvia, los campos no se veían los alambrados, en el puente querandíes pude observar la cantidad de agua, escalofriante, el arroyo Talpaque muy  cerca del puente.
Llegué a casa.
Mañana será otra historia, otro día.